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segunda-feira, 23 de agosto de 2010

Roberto Arlt, el mundo pensado por un loco

Hoy cumple 100 años el descubridor de los rostros secretos de la ciudad

 

Roberto Arlt, el mundo pensado por un loco

Nació un 2 de abril de 1900 en el barrio bonaerense de Flores. Hijo de un ex oficial prusiano y de una campesina de Trieste que jamás quiso hablar el español. Roberto Arlt es una de las personalidades más relevantes de la literatura porteña, un genio de la tristeza endémica que supo pintar a Buenos Aires y a su gente como no lo hizo nadie de su generación.

por Ruben Borrazás
Abandonó la escuela a los ocho años, vio morir a su hermana de tuberculosis provocada por las eternas dentelladas de la estrechez económica de su hogar. Alimentó desde niño un rencor hacia un padre autoritario y brutal, llegando a practicar boxeo en su adolescencia, "porque quería fajar a mi viejo", confesó en varias oportunidades.
A los 16 años ya se había devorado los textos de Baudelaire, Verlaine, Dostoievski, Tolstoi, Gorki y los realistas españoles como Pío Baroja y Pérez Galdós. Se había quedado sin hogar, lo habían expulsado de la Escuela de Mecánica de la Armada y comenzó a recorrer diferentes oficios, miserablemente pagos, que lo ayudaron a esquivar los zarpazos del hambre, mientras que con letra pequeña y apretada comenzaba a llenar hojas de cuadernos de donde tejía historias parecidas a las que vivía.
Sería el inicio de la construcción de una obra literaria que alternaría con el ejercicio del periodismo dentro de una formación autodidacta.
Su primer retrato que se conoce lleva el título de "Jehová" y los sigue "Diario de un morfinómano". Cuando tiene veinte años vive en la ciudad de Córdoba, trabaja en revistas locales, se casa con Carmen Antinucci con quien tiene una hija de nombre Mirtha y los tres viven como pueden. A golpes de desilusión y de ira, Arlt va recorriendo la década del veinte, mientras compone la trama de La vida puerca, cuyos originales son rechazados en 1925 por un editor, quien le dice confundido: "Usted mi amigo, es una rara mezcla de Gorki y Vargas Vila".
Un año después --por mediación de un amigo-- la novela aparece en la vidrieras de las librerías, con el título de El juguete rabioso. La revista "Proa" que dirigía Ricardo Guiraldes ya había anticipado varios capítulos, pero Arlt, la había promocionado a su manera.
Contertulio habitual de los parroquianos de bares, cafetines y las sombras de la noche, recitaba párrafos de sus capítulos a los canillitas, los vagos, los borrachos, las prostitutas y a los desprevenidos peatones con los cuales se cruzaba en la calle Corrientes.
A esa altura de su vida, las redacciones del diario "Crítica" (del uruguayo Natalio Botana, donde hace policiales), "Ultima hora" y la revista "Don Goyo", han visto pasar su figura corpulenta, doblado sobre una Remington, fumando y tomando café sin solución de continuidad, con un eterno mechón rebelde sobre el frente y arrastrando las erres al hablar.
En 1929 da a conocer Los siete locos que tiene su continuación en 1931 con Los lanzallamas y en 1932 presenta El amor brujo. El porteño lee ávidamente esos libros, encontrando en ellos el mismo desconcierto, la sensación de derrota y la amargura grotesca que gime en los tangos de Enrique Santos Discépolo.
Roberto Arlt, dramatiza hasta el exceso la realidad que se encuentra a su lado. Porque los hallazgos de este escritor marginal son muchos, van más allá de las vanguardias. Elabora con violencia el mundo de los místicos, de los revolucionarios, de los fracasados, de los traidores, de los humillados. La lista puede continuar.
Describe el mundo que se encuentra dentro de la ciudad compleja y de temperamento caótico. Para hacerlo tiene la osadía de mezclar todo en una misma bolsa; el folletín con Dostoievski, el lunfardo con la picardía española, el humor junto con la tragedia. De todo esto salió algo tan personal, tan único, que marcó a fuego a muchos de los escritores posteriores. Un joven uruguayo, Juan Carlos Onetti, le mostraba sus primeros originales buscando su aprobación y cuánto de su influencia encontramos en las obras del argentino Leopoldo Marechal.
Especie de novelista maldito, narrador de situaciones y conflictos que pertenecen a un mundo subjetivo, Roberto Arlt también incursionó en el teatro. 300 millones, Saverio el cruel, La isla desierta conforman sus obras destacadas dentro de esta disciplina. A esto se agregan dos libros de cuentos: El jorobadito y El cazador de gorilas.


El 15 de agosto de 1928, en el diario "El Tiempo" de la ciudad de Buenos Aires, aparece una sección titulada Aguafuertes porteñas y tenía de subtítulo El hombre que ocupa la vidriera del café, con la firma de Roberto Arlt. Es el comienzo de una serie de relatos que harán historia en el periodismo porteño. Arlt se convierte en un cronista que vagando por la cuidad, observa, analiza, va imaginando situaciones y haciendo descubrimientos que trasmite a sus lectores y los invitan a mirar su entorno. En 1936, enviado por el diario "El Mundo", cubre la guerra civil española con Aguafuertes españolas. En 1996, Banda Oriental publicó colaboraciones de Arlt para la revista "Don Goyo", entre las que había notas sobre nuestra capital que la editorial denominó Aguafuertes uruguayas.
Un infarto derrumbó su corpulento físico el 26 de julio de 1942. Una turbia pensión del barrio de Belgrano fue el escenario para poner punto final a su existencia.

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